Nuestra Historia
Fue en 2015, durante la presentación del bachillerato, cuando ella lo vio por primera vez. Lo observó entre los demás y pensó que era el típico gracioso de clase. Él, sin embargo, no la vio a ella. Aún no. Una semana más tarde, cuando comenzaron oficialmente las clases, él se sentó en la mesa de al lado. Se miraron, se saludaron… y sin saberlo, comenzaron a escribir una historia que todavía sigue.

Un mes después, quedaron por primera vez. El plan era estudiar. Ella le habló de unas aulas cerca de su casa, en Santa Coloma. Él recorrió 22 paradas de metro desde Collblanc, con sus apuntes en la mochila y la ilusión intacta. Pero al llegar, descubrió que las aulas estaban cerradas: era domingo. Ella, en el fondo, ya lo sabía… pero se hizo la distraída. Intentaron estudiar en un parque, pero el destino tenía otros planes. Así que caminaron. Y fue en ese paseo, sencillo y sin expectativas, donde todo comenzó de verdad.

Desde entonces han compartido más de diez años de vida. Diez años de miradas, de discusiones y reconciliaciones, de aprendizajes, viajes, abrazos y silencios. Han crecido juntos, se han desafiado, se han sostenido. Y, a pesar de todo, nunca han dejado de elegirse.

En 2018, cuando la familia de él decidió mudarse aún más lejos, ella no lo dudó. Convenció a su madre para cambiar también de casa, y se convirtieron en vecinos. A treinta segundos de distancia. Cenaban juntos siempre que podían. Si no era en casa de uno, era en la del otro. Pero sabían que el amor pedía su propio espacio.

En 2022 tomaron una decisión importante: construir un hogar juntos. Firmaron la reserva de un piso y esperaron con ilusión mientras se levantaban sus paredes. Dos años después, por fin, se mudaron. Una nueva etapa comenzaba.

Poco después, él tuvo que viajar a Irlanda por trabajo por una semana. Nunca habían estado tanto tiempo separados. Y fue en esa distancia, en el silencio del invierno en las frías calles de Dublín, donde lo supo con absoluta certeza: no podía imaginar su vida sin ella.
Así que, en secreto, empezó a preparar algo especial. Planeó un viaje. Uno que parecía espontáneo, sin motivo aparente. Pero esta vez, llevaba un anillo escondido en el bolsillo interior de su chaqueta, nervioso por si sonaba en el control del aeropuerto. Ella no lo sabía. Él, sí. Y una noche oscura y fría, junto a uno de los canales de Ámsterdam, se detuvo, la miró… y le pidió que fuera su compañera de vida.